TIC, TAC: "Tempus fugit"
Tempus fugit, pero sobre todo cuando se trata de tecnología.
La evolución tecnológica ha aportado beneficios incuestionables a nuestras vidas. Y a la educación. Esto se observa mejor en contextos donde las desigualdades son mayores, como por ejemplo el hospitalario. Las TIC (Tecnologías de la Información y la Comunicación) y las TAC (Tecnologías para el Aprendizaje y el Conocimiento) han mejorado las posibilidades de comunicación y la accesibilidad a la información. En definitiva, ayudan a romper con el aislamiento que padece el alumnado ingresado y devienen unas poderosas herramientas para acabar con las desigualdades que genera la enfermedad.
De hecho, este blog nace exactamente por este motivo: permite la difusión del trabajo llevado a cabo por alumnos y alumnas, facilita la información a las familias y un espacio de comunicación entre alumnado y profesorado fuera de las horas lectivas y sin límite de habitaciones, plantas u hospitales.
Así, gracias a la implementación de las TIC y las TAC no solo se consigue cubrir las necesidades educativas y curriculares del alumnado-paciente, sino que permite sobrellevar mejor el período de hospitalización gracias a la socialización, la motivación, la ludificación y la normalización - dentro de lo que cabe - de su tiempo libre. Los docentes hospitalarios, por su parte, pueden coordinarse con mayor facilidad con profesorado del centro de referencia y, a su vez, eso motiva la relación entre el alumnado del centro y el alumnado hospitalizado.
En este sentido la tecnología es imprescindible. Esta relación es clave para el desarrollo afectivo y social del alumnado enfermo y es una herramienta eficaz contra la depresión hospitalaria, sobre todo en ingresos de larga duración. Estos beneficios se encuentran también, sin duda, en el aula ordinaria, pero, aunque iremos presentando algunas herramientas TIC en futuras publicaciones, nombrar los principales recursos de que disponemos como docentes no es la finalidad de este artículo.
Aula del Hospital de Móstoles |
La idea, en cambio, es hablar de desafíos. La rápida evolución de la tecnología también nos está poniendo en más de un apuro. La velocidad con la que avanza no nos está permitiendo adaptarnos, ni adaptarla, de una manera sana y equilibrada. Y eso lo observamos los docentes en nuestras aulas. Os dejo aquí, a manera de aperitivo, algunos titulares de medios de comunicación diversos:
El aumento de la dependencia (cuando no de las adicciones) a dispositivos electrónicos, redes sociales y videojuegos es bastante evidente. En el metro, en nuestras casas, en nuestras aulas. No cabe decir que este enganche puede tener consecuencias negativas en la salud física y mental de nuestro alumnado. En sus relaciones interpersonales, afectivas y sexuales. Y en su rendimiento académico.
Está claro que las tecnologías no son, per se, ni buenas ni malas y que esto depende del enfoque que los usuarios les damos. Pero, ¿hasta qué punto las personas - y sobre todo, las personitas - tienen en sus manos la capacidad de controlarlas? ¿Podemos confiar en que las empresas tecnológicas hagan un diseño ético de sus productos, una difusión responsable y brinden opciones para gestionar el tiempo de pantalla?
Si nos centramos en el teléfono móvil, creo que estaremos de acuerdo en que las empresas buscan todo tipo de estrategias para fomentar su uso, de un modo u otro. No hablamos solo de diseños persuasivos, sino de notificaciones constantes, recompensas, gamificación, contenido sin filtrar y algoritmos que muestran contenido personalizado y adictivo.
Sinceramente, no conozco ningún centro educativo en el que la aplicación del uso del móvil no se haya descontrolado, ni a ningún docente que esté satisfecho con el uso de este en el contexto educativo. Dudo que prohibirlo sea la mejor solución ya que, al fin y al cabo, la tecnología forma parte de nuestras vidas. No obstante, de lo que no cabe duda es que su implantación está dando verdaderos quebraderos de cabeza. Con una ratio de unos 28 alumnos y alumnas por aula, cuando no pillas a uno jugando, pillas a otra en TikTok. Guarda el móvil, por favor es el nuevo Silencio, por favor. Y qué decir de las reacciones cuando se los retiras. Y qué decir del alumnado que viene sin apenas dormir. Y qué decir de ese profesorado que está inmortalizado en un sticker. Y si esa no es la realidad de tu aula, de tu centro educativo, por favor, házmelo saber en los comentarios.
En el IES L'Eliana, sin ir más lejos, se ha intentado introducir el uso del móvil en algunos niveles y en algunas zonas del patio. Pero este intento ha durado dos cursos: finalmente, siguiendo la corriente de tantos otros institutos, el centro educativo se ha sumado a la lista de centros libres de móvil, de modo que no podran usarse en ningún espacio, ni en ningún momento de la jornada escolar, con independencia de la edad o del curso del alumnado. El centro comunica que, pese a que han intentado integrarlos, la situación se ha vuelto incontrolable: conflictos fuera y dentro del aula, distorsión de la convivencia, problemas de dependencia e incluso de adicción, interrupciones del proceso de enseñanza y aprendizaje... El equipo directivo confía en que la medida beneficiará al alumnado del centro, sobre todo por lo que respecta a la concentración, a los niveles de ansiedad y a la convivencia.
Así que sí, parece ser que Tempus fugit, pero esperemos que no irreparabile. Pienso que en realidad somos víctimas de una velocidad que nos supera y, cuando creemos estar preparados para una cosa, aparece otra. Para no ir más lejos, ya tengo una amiga traductora que ha perdido un cliente importante a causa de ChatGPT. Suma y sigue.
Nuestros y nuestras adolescentes viven a través de las tecnologías, y también a través de ellas se relacionan, hacen amistades, se acompañan, juegan y encuentran comprensión. Pero, a su vez, un estudio reciente revela que se empieza a consumir pornografía desde la preadolescencia, y que nuestro alumnado practica sexting, acepta a desconocidos en las redes sociales, hace un uso intensivo y sin supervisión de videojuegos y apuesta y juega dinero online.
Así que, ¿dónde está la solución? Pues, a mi entender y como siempre, en la educación, tanto desde los hogares como desde las escuelas. Y para eso, necesitamos formación. Las familias, los docentes, el alumnado. ¿Son las familias competentes digitalmente? ¿Lo somos los docentes? Y no me refiero a la Competencia Digital con la que nos hemos topado de un día para otro los docentes en València, ese debate queda fuera de este artículo. Y no me refiero tampoco a crear un Power Point o un Canva. Me refiero a si somos capaces de saber enseñar (o saber motivar para que aprendan) a gestionar bien los dispositivos electrónicos y sus aplicaciones o a si sabemos enseñar a buscar en fuentes fiables, a gestionar el tiempo de uso, a moverse seguros en la red o a resolver problemas que puedan surgir durante el uso de las diferentes plataformas en las que nos movemos diariamente.
Tenemos que esforzarnos por buscar un equilibrio, por ser capaces de saber cuándo usar los dispositivos, cómo utilizarlos y con qué finalidad. No nos engañemos, la tecnología ha llegado a la educación - afortunadamente - para quedarse y debemos estar preparados y preparadas para integrarlas, gestionarlas y enseñar a utilizarlas de una manera sana y responsable.
Suecia, mientras tanto, después de un desplome del nivel de lectoescritura de su alumnado, ha decidido poner en segundo plano las pantallas en el sistema educativo y apostar por la inversión en libros de texto. Personalmente creo que esta decisión es contraproducente y que la solución no pasa por prohibir las herramientas digitales, sino centrar el debate en cuáles son las necesarias en el aula, en qué porcentaje deben utilizarse y cómo fomentar una buena alfabetización tecnológica y digital sin la necesidad de eliminar el papel y el lápiz.
Al fin y al cabo, la responsabilidad última del uso de las tecnologías en general y de los móviles en particular recae en el individuo. Desgraciadamente, no podemos esperar a que las empresas cesen en sus manipulaciones, estrategias y en la influencia sobre el comportamiento de sus usuarios. Somos nosotros y nosotras las que debemos desarrollar el pensamiento crítico y la conciencia necesaria para establecer límites y promover un uso sano de las tecnologías.
Y, por tanto, somos nosotros y nosotras las que debemos ayudar a las personitas en desarrollo, alumnos y alumnas, a adquirir las herramientas y estrategias necesarias para enfrentarse al maremagnum tecnológico de continuos cambios en el que nos agitamos.
¿Qué podemos aportar desde los centros educativos para ayudar en este sentido? Aquí os facilito diversas ideas, algunas extraídas del propio currículum educativo.
Por último, no queríamos dejar de recordar que en la web de la Conselleria d'Educació se pueden consultar una serie de materiales didácticos orientados a fomentar un uso responsable de las nuevas tecnologías desde las aulas y desde el ámbito tutorial. También deja a disposición del profesorado un estudio elaborado por UNICEF, donde se analiza el impacto de la tecnología en la adolescencia. Recomiendo encarecidamente ojearlo, es especialmente interesante por lo que respecta a las conclusiones.
Dicho esto, toca leeros a vosotras y vosotros: ¿Cómo soléis implementar las TIC y las TAC en el aula? ¿Cuál es vuestra experiencia en los centros educativos en los que habéis trabajado? ¿Qué beneficios y qué desafíos te plantean las tecnologías en el aula? O... todavía más polémico y en lo que no he querido entrar... qué os parece la forma en la que se ha implantado la Competencia Digital en el sistema educativo valenciano?
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Un article excepcional!
ResponEliminaMoltes gràcies! Me n'alegra que t'haja agradat!
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